CARNE
Acarició la carne blanca, una caricia quiropráctica, fuerte, firme; estiraba la piel pero no podía causar dolor. A la blancura de la carne se sumaba la palidez que ésta venía adoptando. Besó el pecho firme y lampiño y lo talló en su mirada ardiente. Sobre ese pecho había reposado mil veces el placer, allí en […]