Pereza
Nací cansado. Así que, tras desuterizarme y aterrizar en este mundo ancho y ajeno, bostecé y me quedé dormido sin el menor ápice de curiosidad ni por mis progenitores ni por el entorno. Mis virtudes teologales son el ocio, el tedio y el hastío que cumplimento a dedicación exclusiva mientras no estoy durmiendo. Debo confesar […]