VILAMATAS NO INVITA A LA LÓGICA
En una calurosa mañana de invierno (créanme que, al menos en esta crónica, eso es posible) en la calle Roselló, me tropecé con Enrique Vila-Matas. Literalmente. Debido al golpetazo el pobre hombre soltó las bolsas de la compra. Vi los víveres rodar y rebotar sobre las típicas cuadrículas de las aceras de Barcelona y me […]